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Tierras raras: EE.UU. y China avanzan, pero persiste la desconfianza

Estados Unidos y China avanzan en la distensión comercial al acordar acelerar el envío de tierras raras, insumo clave para tecnología y defensa, aunque persisten restricciones y tensiones arancelarias.

EYNG, 27/06/2025. Estados Unidos y China alcanzaron un nuevo entendimiento para agilizar los envíos de tierras raras hacia territorio estadounidense, según confirmaron la Casa Blanca y el Ministerio de Comercio de China, marcando un avance en el complejo proceso de distensión comercial entre las dos mayores economías del mundo. El acuerdo, surgido tras conversaciones en Londres y previamente en Ginebra, se enmarca en los esfuerzos de ambos países por estabilizar sus relaciones, especialmente en sectores estratégicos como la tecnología y la defensa.

La importancia del pacto es considerable, pues las tierras raras —un conjunto de 17 minerales fundamentales en industrias como defensa, automoción, electrónica y energías limpias— han sido durante años un punto de fricción en la disputa comercial. China controla cerca del 70 % de la producción global de estos minerales, según datos del US Geological Survey.

La complejidad de las restricciones y la supervisión de China

No obstante, el acuerdo no elimina las tensiones por completo. Aunque Beijing ha indicado que «revisará y aprobará» las solicitudes de exportación de productos controlados, continúa aplicando estrictos controles para asegurar que estas materias primas no acaben en usos militares estadounidenses. Al respecto, Reuters reveló que las autoridades chinas han intensificado la revisión de compradores para evitar desvíos hacia la industria de defensa, lo que ha ralentizado la emisión de licencias de exportación.

De hecho, el South China Morning Post destacó que las restricciones sobre exportaciones de tierras raras han sido una de las armas más sensibles en la estrategia de China para presionar a Washington, especialmente tras las medidas estadounidenses que limitan el acceso de empresas chinas a tecnologías críticas como chips de inteligencia artificial y software de diseño de semiconductores.




Aranceles cruzados y tensiones persistentes

El marco del nuevo acuerdo fue impulsado por una llamada entre los presidentes Donald Trump y Xi Jinping el pasado 5 de junio, la cual desbloqueó las negociaciones, según confirmaron ambas partes. Sin embargo, persisten importantes obstáculos: Trump señaló que el pacto incluye aún aranceles estadounidenses del 55 % sobre productos chinos, mientras China mantiene un gravamen del 10 % a bienes norteamericanos, reflejando que la tregua comercial sigue siendo parcial, según detalló EFE.

En mayo, durante las conversaciones en Ginebra, China se había comprometido a retirar contramedidas no arancelarias impuestas desde abril de 2024, aunque no quedó claro cómo revertiría totalmente esas restricciones. Por su parte, la administración Trump había respondido limitando exportaciones clave como chips, software y aeronaves, profundizando el pulso tecnológico entre ambos países.

Impacto en sectores estratégicos y empresas globales

Las restricciones chinas afectaron gravemente a industrias como la automotriz, la aeroespacial, los semiconductores y la defensa. Reuters informó que en junio, ante las crecientes interrupciones en las cadenas de suministro, China otorgó licencias de exportación temporales a proveedores de tierras raras vinculados a los tres principales fabricantes de automóviles estadounidenses.

Bloomberg, por su lado, citó al secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, quien aseguró: «Nos van a entregar tierras raras y, una vez que lo hagan, eliminaremos nuestras contramedidas». Esto refleja que, si bien el acuerdo es un paso en la dirección correcta, todavía está condicionado al cumplimiento efectivo por ambas partes.




Un camino largo hacia la normalización

Aunque las señales de avance son evidentes, los analistas coinciden en que la disputa comercial está lejos de resolverse de forma definitiva. El Financial Times advierte que la batalla por el control de las tecnologías críticas y las cadenas de suministro estratégicas probablemente seguirá definiendo la relación entre EE. UU. y China durante los próximos años, incluso si los acuerdos puntuales, como el de las tierras raras, aportan cierto alivio momentáneo.

Así, el acuerdo representa tanto una oportunidad para aliviar presiones sobre sectores industriales clave como una muestra de que la desconfianza mutua sigue siendo profunda, en un escenario global cada vez más marcado por rivalidades geopolíticas y económicas.


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