
ENG, 20/06/2025. Una barrera emocional poco visible está afectando silenciosamente a muchos profesionales en Perú: el síndrome del impostor. Aunque no es un diagnóstico clínico, este fenómeno emocional puede frenar seriamente la carrera de ejecutivos y colaboradores si no se aborda de manera oportuna.
Según un estudio de LHH DBM Perú realizado en 2023, el 62% de los trabajadores peruanos ha tenido pensamientos relacionados con esta condición. Los síntomas son variados, pero incluyen sentir que el éxito no se debe al mérito propio, temer ser «descubierto» como un fraude, evitar asumir desafíos por inseguridad o restar valor a los logros obtenidos.
Para Giancarlo Ameghino, gerente de Gestión y Desarrollo Humano del Grupo Crosland, este síndrome «puede traducirse en miedo al fracaso, inseguridad y resistencia al cambio». Además, advierte que se trata de «un enemigo silencioso del desarrollo profesional, que impide reconocer el valor personal y proyectarse con confianza dentro de una organización».
Síntomas que deben alertar a los líderes empresariales
En ese sentido, el experto advierte que detectar el síndrome del impostor en los equipos de trabajo puede ser determinante para evitar una fuga de talento o una baja en el rendimiento. Estas son algunas señales comunes a tener en cuenta:
- Atribuir los logros a la suerte o factores externos.
- Dificultad para aceptar elogios o reconocimientos.
- Creer que no se está a la altura del cargo o de las expectativas ajenas.
- Evitar postular a ascensos por miedo a no cumplir.
Estas creencias no solo afectan la autoestima del trabajador, sino que reducen su participación en proyectos clave y limitan su capacidad de liderazgo.
Cómo abordar el síndrome del impostor desde la gestión empresarial
Superar esta barrera emocional no es cuestión de eliminar las dudas, sino de aprender a convivir con ellas sin que afecten las decisiones profesionales. De acuerdo con Ameghino, existen acciones eficaces tanto a nivel individual como organizacional:
1. Reconocer el problema sin prejuicios
Aceptar que se está experimentando esta sensación es el primer paso. Lejos de ser una debilidad, es una reacción emocional que debe entenderse y abordarse.
2. Llevar un registro de logros y avances
Elaborar un historial de metas cumplidas puede ayudar a reforzar una visión objetiva del rendimiento profesional, especialmente en momentos de duda.
3. Evitar comparaciones constantes
Cada carrera profesional es única. Compararse permanentemente con colegas solo incrementa la ansiedad y distorsiona la autopercepción.
4. Buscar retroalimentación honesta
Solicitar opiniones constructivas a líderes o compañeros de confianza es clave para fortalecer una visión más equilibrada del desempeño.
5. Apostar por el bienestar emocional y el liderazgo
Invertir en programas de coaching, desarrollo personal y liderazgo potencia la seguridad en uno mismo y contribuye a una cultura organizacional positiva.
El rol de la empresa: Crear una cultura que promueva la autoconfianza
El entorno laboral tiene una influencia directa sobre este fenómeno. «Los líderes tienen el reto de generar culturas que valoren el esfuerzo, celebren el aprendizaje y fomenten la autoconfianza», afirma Ameghino. En ese sentido, resalta que las organizaciones tienen una oportunidad clave: construir espacios donde el error no sea penalizado y donde el crecimiento profesional esté respaldado por el reconocimiento sincero y el acompañamiento constante.
Cabe señalar que, según el experto, además de impactar al individuo, el síndrome del impostor afecta la productividad, innovación y cohesión de los equipos. Por eso, impulsar una cultura empresarial basada en la confianza, el desarrollo y la transparencia puede ser una herramienta poderosa para contrarrestarlo.
Como puede verse, en un entorno empresarial cada vez más competitivo, la gestión emocional de los talentos se vuelve un factor clave para la sostenibilidad del negocio. Identificar y superar el síndrome del impostor no solo es una responsabilidad personal, sino una estrategia empresarial con impacto directo en el rendimiento organizacional.