Perú: ¿Por qué las personas íntegras y con buen perfil no quieren ser ministros?
La alta rotación ministerial en el Perú afecta la estabilidad política y la gestión pública. ¿Cuáles son las razones detrás de esta crisis y sus impactos en el desarrollo del país?

Asumir un ministerio en el Perú es un reto que pocos logran sostener en el tiempo. La reciente juramentación de tres nuevos ministros por parte de la presidenta Dina Boluarte, en las carteras de Desarrollo e Inclusión Social, Economía y Finanzas, y Mujer y Poblaciones Vulnerables, es una muestra más de la constante rotación en el Ejecutivo.
La inestabilidad política, el choque de poderes entre el Congreso y el Gobierno, la presión de los medios de comunicación y los intereses de diversos sectores convierten el cargo en una prueba de resistencia. ¿Por qué es tan complicado mantenerse en un ministerio en el Perú? A continuación, brindo un análisis de los factores que explican esta situación.
Un gabinete en constante cambio
La política peruana ha sido volátil en las últimas dos décadas, y la rotación en los ministerios es una de sus principales manifestaciones. La duración promedio de un ministro en su cargo es de apenas seis meses, según el Instituto Peruano de Economía (IPE). Esta inestabilidad impide la continuidad de políticas públicas y afecta la gobernabilidad.
El expresidente Pedro Castillo, en su corto gobierno, nombró a 78 ministros en 495 días. Su sucesora, Dina Boluarte, lleva 60 ministros en poco más de dos años, evidenciando que el problema persiste más allá de una sola administración. La cartera del Interior es un claro ejemplo de esta volatilidad: el actual titular, Juan José Santibañez, es el sexto ministro en ocupar el cargo en menos de dos años.
«Ser ministro de Estado en el Perú es, en muchos casos, un sacrificio personal y profesional. La inestabilidad política, la presión del Congreso, el escrutinio mediático y los riesgos legales hacen que el cargo sea altamente desafiante».
El Congreso como juez y verdugo
Uno de los principales retos que enfrenta un ministro en el Perú es el Congreso. La Constitución permite que el Legislativo interpele y censure a los ministros, lo que se ha convertido en un mecanismo de presión constante. Muchas veces, las censuras no responden a la mala gestión, sino a estrategias políticas y enfrentamientos partidarios.
El Congreso, altamente fragmentado y con intereses divergentes, utiliza la censura ministerial como arma de negociación con el Ejecutivo. En algunos casos, los ministros son obligados a modificar sus políticas o renunciar para evitar confrontaciones mayores. Esto genera un clima de inestabilidad donde ningún funcionario tiene asegurada su permanencia.
La presión mediática y los escándalos
De otro lado, los medios de comunicación juegan un papel clave en la crisis ministerial. En una era donde la información se viraliza en segundos, cualquier error o declaración polémica puede desencadenar una crisis política.
Los ministros están bajo constante escrutinio de la prensa y de las redes sociales. Un mal cálculo en una declaración, una denuncia sin fundamento o incluso una medida impopular pueden desatar una ola de críticas que termine con su salida. En muchas ocasiones, los medios no solo informan, sino que también ejercen presión para influir en las decisiones del gobierno.
Los intereses en juego: Autonomía limitada
Otro factor que hace difícil ser ministro en el Perú es la falta de autonomía para tomar decisiones estratégicas. Muchos funcionarios deben responder a presiones de grupos de poder, ya sean políticos, empresariales o sindicales.
Esto se observa especialmente en ministerios clave como el de Economía, Energía y Minas o Salud, donde las decisiones pueden afectar a sectores económicos poderosos. En ocasiones, la falta de alineación con estos grupos deriva en la renuncia o destitución del ministro.
El riesgo de investigaciones y persecución política
La fiscalización sobre los altos funcionarios ha aumentado en los últimos años, lo que, si bien contribuye a la transparencia, también se ha convertido en un arma de persecución política.
Muchos ministros enfrentan investigaciones por decisiones tomadas en su gestión, incluso sin que existan pruebas concretas de corrupción. La posibilidad de enfrentar procesos judiciales, denuncias fiscales o incluso inhabilitaciones políticas desalienta a profesionales con trayectoria y experiencia a asumir cargos ministeriales.
El costo de la inestabilidad: Funcionarios sin credenciales
La falta de estabilidad y la alta exposición pública han hecho que muchos profesionales calificados rechacen asumir cargos ministeriales. Como resultado, el país enfrenta un problema mayor: la improvisación en la designación de ministros.
Ante la escasez de candidatos idóneos, se abre la puerta para que individuos sin experiencia, sin credenciales adecuadas e incluso con antecedentes de escándalos y denuncias lleguen a liderar carteras estratégicas. Esto no solo afecta la calidad de la gestión pública, sino que también debilita la confianza en el gobierno y en las instituciones. Y el resultado
Un desafío que debilita la gestión pública
En conclusión, ser ministro de Estado en el Perú es, más que un honor, un riesgo político y profesional. La inestabilidad gubernamental, la presión del Congreso, el asedio mediático y el riesgo de denuncias afectan la continuidad de las políticas de Estado y dificultan la gobernabilidad.
Mientras el Perú no logre consolidar una estructura política más estable y profesionalizar la gestión pública, la alta rotación ministerial seguirá siendo un obstáculo para el desarrollo del país. Sin estabilidad, no hay políticas de largo plazo, y sin estas, el crecimiento económico y la inversión se ven gravemente afectados.