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El sentido del trabajo y las relaciones en un mundo cambiante

Estudios replicados en múltiples países muestran, consistentemente, que el trabajo es el segundo aspecto más importante de la vida de la mayoría de las personas, después de la familia. Según Víctor Frankl, a las personas las motiva un deseo de buscar sentido en su vida y el trabajo es uno de los principales caminos para esta búsqueda.

Una de las fuentes de sentido del trabajo es su condición de espacio en donde se desarrollan relaciones de confianza con otras personas. En sociedades que se están volviendo más impersonales y fragmentadas, y en las que los espacios de construcción de comunidad como iglesias, gremios y organizaciones sociales están perdiendo influencia, las personas dependen cada vez más del trabajo como un espacio de relacionamiento y construcción de identidad.

«Las grandes empresas solían ofrecer como propuesta de valor a sus empleados una perspectiva laboral y formativa de largo plazo, … ahora existe mayor énfasis en la autonomía y la flexibilidad como beneficios».

Trabajo: Autonomía y flexibilidad como beneficios

Sin embargo, la tecnología y la globalización están convirtiendo también al trabajo en un espacio cada vez menos estructurado y menos predecible. Las grandes empresas solían ofrecer como propuesta de valor a sus empleados una perspectiva laboral y formativa de largo plazo, pero los horizontes de permanencia en las empresas se están acortando y en cambio ahora existe un mayor énfasis en la autonomía y la flexibilidad como beneficios. Estas condiciones nuevas resultan atractivas para muchas personas, pero pueden ser interpretadas también como una redefinición de la relación con los empleadores. Lo que era una relación estable, con un horizonte casi indefinido, se convierte en una relación casi transaccional, con un menor sentido de compromiso y de confianza mutua.

Cuando las personas pierden la sensación de estabilidad en sus conexiones organizacionales y laborales, suelen recurrir a mecanismos de contención alternativos. Por ejemplo, definen propósitos que integran su vida y su trabajo, establecen nuevas rutinas y, sobre todo, buscan nuevas conexiones con personas fuera de su entorno laboral formal. Estas conexiones personales no son sólo relevantes como conductos de búsqueda de sentido, sino que además son necesarias para navegar con éxito un contexto de trabajo más desestructurado y cambiante.

Resiliencia y proactividad

Los entornos volátiles e inciertos exigen no sólo resiliencia y proactividad, sino además capacidades sociales y emocionales que faciliten el desarrollo efectivo de relaciones con otras personas. Esta capacidad debe ser ágil, pues resulta necesario construir y aprovechar rápidamente relaciones funcionales que ayuden a solucionar problemas en contextos específicos. Además, la capacidad debe ser consistente, pues es fundamental también desarrollar y sostener redes interpersonales de confianza sólidas y estables, que sirvan como soporte y contención a lo largo de la vida profesional.

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Enrique Stiglich

Enrique Stiglich director de Administración y Negocios Digitales de la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC).

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